Lo digo, y si algún cruceño lee esto que no se enfade, porque la mayoría de los españoles no saben que Viru Viru es el nombre del aeropuerto de Santa Cruz de la Sierra. Los mismos que se ofenden y ponen de burros a los yankies por incultos, que no saben donde está España, no situarían Bolivia en un mapa ciego a no ser que hubieran dedicado horas y horas a el juego de Facebook en el que aprendías a situar Kurdistan entre Turquía e Irán.
Aquí lo que más se conoce de Bolivia es que tiene un presidente que lleva un jersey de rayas muy feo (el jersey), y por eso es importante aclarar que Viru Viru no es un bar, ni una disco, ni un juego de la Play. Cuando Morales salió elegido se gastaron páginas a hablar del dichoso jersey y a criticarle o alabarle en función de la filiación política del periodista. Mientras para unos era una promesa de "revolución popular", para otros un indigenista peligroso que además hacía falso alarde de humildad porque el famoso jersey, volvemos a lo mismo, era muy caro: estaba tejido con lana de alpaca por artesanos nativos. Con estas y otra tontadas de Bolivia y sus problemas se habla muy poco, y los españoles tenemos la idea de un país por allí por Brasil o Colombia donde todos llevan poncho y esos gorritos andinos con orejeras que a nadie sientan bien y cuyo uso debería prohibirse a los extranjeros. Que viene a ser como lo de que las españolas vamos vestidas de gitanas con una flor en el pelo y los españoles son toreros.
Viru Viru es, si no me equivoco, una palabra de origen guaraní que significa campa o planicie. Y si, es una planicie, que tiene una climatología muy buena, sin nevadas ni nieblas de esas que atrasan vuelos, por lo que es un emplazamiento ideal para un aeropuerto que es el más grande de Bolivia. No nos liemos que no es uno de esos monstruos con trenecito o satélite tipo Frankfurt o la T4. No, no es eso. Se puede recorrer sin necesidad de guías y cuando llega un vuelo de Madrid lleno, lo que es frecuente, se atasca totalmente la aduana con lo que uno puede gastar, tranquilamente, una hora u hora y media en salir. Está muy bien, porque en ese tiempo te vas recuperando de lo mal que has dormido en el vuelo y memorizando los anuncios de telefonía móvil (2 anuncios, 2) hasta que superas la cola y te ponen los sellos de entrada en el pasaporte.
Luego, tras recuperar heroicamente la maleta de la cinta pasas por uno de esos fascinantes arcos de control que tienen un botón y te dicen "Pulse. Si sale verde puede seguir. Rojo, abre la maleta". Estoy convencida de que tienen un botón oculto y según te ven la cara de malote pulsan y ¡toma! abre la maleta a las tantas de la madrugada para dar un vistacito mientras tu te acuerdas de toda la familia del de control y buscas la llave desesperadamente.
Lo mas emotivo: es que siempre hay mucha gente, a veces casi una multitud, esperando el vuelo de Madrid. ¿Y que? Llega a las 3 de la madrugada.... Al principio me parecía de locos pero cuando piensas que muchas familias llevan años sin ver a los suyos o que otros están volviendo porque la crisis les ha "expulsado" y regresan con la casa a cuestas para empezar otra vida, ... ya parece menos locura que les esperen a esas horas.
Cuando por fin subo en el coche que viene a recogerme, el cansancio casi me tumba. Pero aun así, reconozco el olor especial de la ciudad, un olor ligeramente húmedo de clima cálido, pero no de bochorno, y una temperatura alta para esas horas. Las calles están vacías salvo pequeños grupos junto a algunos bares, como uno rojizo con pinta de antro que está en una casa vieja cerca del hotel. Al pasar junto al bar rojo, sin fuerzas para hablar con el chófer de como va el Oriente Petrolero en la liga, pienso en lo bonita que es la palabra Viru Viru, y que, también es verdad, quedaría muy bien para un restaurante... o para un bar. Y cuando llego al hotel suspiro: ya estoy en esta casa.