sábado, 24 de marzo de 2012

Doña María y las empanadillas mágicas


Doña María tiene un puestecito de comida en una calle de Roboré.

Puestecito porque es una casita de madera de forma rectangular que en algún momento fue móvil y ahora se apoya sobre el resto de las patas originales, un neumático, unas piedras y cualquier cosa que contribuya a mantener la estabilidad. Creo que está pintado de un azul pálido ligeramente verdoso, con detalles blancos. En uno de los lados largos tiene un cierre que se levanta dejando libre el mostrador para atender a los clientes. Dentro, en muy poco espacio, se organiza una cocina que se reduce básicamente a dos placas de hornillo, una nevera, estantes y sobre el mostrador una vitrina de cristal, como una pequeña urna, para conservar las bolitas de masa para las empanadillas.

Molt més que una falla.


En mi familia dicen que de pequeña me gustaba jugar con cerillas y hacía montones con papel de periódicos para prenderles fuego, e incluso que quemé un juguete. Sólo recuerdo lo de encender cerillas una tras otra junto a la cocina. Vamos, que me gustaba el fuego desde siempre. Si a eso le unimos que mi abuela paterna era valenciana pues dos razones para explicar mi "fallerismo".

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