
Roberto Carlos, que no era el jugador del Real Madrid sino un cantante brasileño, escribió una canción que decía eso de "quiero tener un millón de amigos". La cifra es un deseo tan buenista como aterrador, porque nadie en su sano juicio querría tener un millón de amigos a los que felicitar, regalar, consolar, llamar para quedar, aconsejar y cuidar. Vamos, lo que tradicionalmente se define como amistad.